Abro los ojos y los rayos de Sol están posándose
en su mejilla. Tengo sueño aún, pero prefiero mantenerme despierta y ver su
cara, imaginar qué sueña. Le doy un dulce beso en la mejilla, esperando no
despertarlo y me escurro fuera de las sábanas.
Tomo su camisa y me siento sexy vistiéndola. Despeinada
por una noche de pasión y de puntitas para no hacer ruido, lavo mis dientes y
me miro incrédula al espejo. Sí, eres tú, despertando a su lado, me digo a mí
misma.
Al salir, ha cambiado de posición pero sigue
dormido. Sonrío y continúo el camino hacia la cocina. Jugo de naranja, tostadas
y fruta fresca voy preparando con todo el amor del mundo porque sé que le
encantará. El olor a café inunda el apartamento y espero que eso no lo haga
volver aún de su sueño.
Me río sola sin creer lo que estoy viviendo. Es
algo que siempre había soñado.
Regreso a la habitación y me abrazo a él desde
su espalda. Le doy un sonoro beso en la mejilla. “Arriba, campeón, ya es tarde”.
Se retuerce entre las sábanas e inesperadamente me toma con sus brazos,
lanzándome a la cama.
Entre risas se va despertando. “Te amo”, me dice
con los ojos llenos de alegría. “Y yo te amo a ti” y le abrazo fuerte,
queriendo fundirme para siempre en ese momento.
“Arriba, que el desayuno está listo” y
quejándose se mete a la ducha. Sirvo el desayuno en la cama y al regresar me
mira sonriendo.
-¿Has hecho todo esto?
-Con todo mi amor.
Y juntos disfrutamos de una primera mañana
juntos, esperando que se repita o que nunca se acabe.