He leído tantas historias que a veces creo conocer la vida de muchas personas. Sí, porque el escritor siempre deja su huella en los cuentos que pare cada día frente al computador.
En los últimos días he encontrado muchísimos relatos de mujeres maravillosas, con un talento envidiable, pero es lamentable leer que no hay más que momentos tristes en sus vidas… o sus mentes.
Describen cómo son dejadas por hombres, traicionadas por amig@s, hechas nada por la sociedad. Entonces me pregunto, ¿qué estamos haciendo mal?
Tal vez no son ellas las equivocadas y sólo es el mundo girando al revés por unos instantes. Pero no, no es así. La vida se ensaña con las personas más entregadas.
Y es tanto así, que en una de esas redes sociales a las que soy adicta, tengo como “amiga” a una mujer genial, que parece esbozar alegría en cada palabra y, según cuenta, su vida es una piscina de felicidad que está cada día llena.
Pero uno de sus últimos estados fue que crearía una especie de santuario donde reunir a mujeres engañadas por hombres para poder ayudarlas a salir adelante, porque sabía que siempre había problemas pero todo había llegado al límite. Contaba que cada día veía a más mujeres sufrir por amor.
Entonces la verdadera pregunta no es qué estamos haciendo mal, sino ¿quién es el culpable? Y tal vez nunca sepamos la verdad porque cada historia tiene componentes diferentes y así como el hombre puede ser el que ocasionó el dolor, la mujer también puede haber sido la culpable.
La cosa es que siempre he defendido a los hombres, como ustedes lo saben. Pero esta vez quiero echarles una mano a mi género. Leer historias tan tristes no me dejó muchos alientos como esperaba.
Y es una lástima, una real lástima que el mundo se empeñe en generalizar. Porque no todos los hombres son malos ni todas las mujeres buenas.
Además, siempre influyen otro tipo de factores que podrían ocasionar problemas. Pero como siempre me ha gustado hablar del amor y dar consejos que yo misma no aplico en mi vida, quise compartir esto con ustedes y darles algunas recomendaciones.
Primero, si eres hombre, valora a las mujeres, respétalas, no les hagas daño. ¿Es tan difícil no ilusionar a alguien si no tendrás planes a futuro? Sí, a veces ocurren cosas que hacen que tal vez los planes se vengan abajo pero lo mejor entonces es ser claros, no esperar que pase la vida para luego lanzar el golpe.
Y si tienes a alguien a quien amas, no le hagas daño. El amor es para hacer feliz y encontrar la felicidad propia, no para ir por la vida queriendo romper corazones o queriendo sacar provecho de eso.
Segundo, si eres mujer, date tu puesto principalmente. Luego, mira bien a quién vas a entregar tu corazón. Pero, por supuesto, ya sabemos cómo son las mujeres hoy en día, entonces debo decirles: respeta. La infidelidad parece estar a flor de piel, si un hombre es casado o está enamorado de otra, date la vuelta, no tienes mucho que hacer ahí. O sí, sí puedes hacer algo: destruir una historia. Eso no está bien, ¿verdad?
En fin, la idea de todo esto es decirle que como mujer entiendo la posición de muchas de nosotras y que no me gusta ver cuán tristes pueden llegar a estar en la actualidad chicas que realmente valen la pena.
Seamos sinceros y justos, señores. No perdamos los valores que alguna vez estuvieron reinando en el planeta. Mientras más cosas buenas hagamos, mejor nos irá en la vida. Recuerden la regla de tres.
¡Vivan y dejen vivir!