La lluvia.
Para muchos es simple agua contaminada cayendo del cielo.
Para otros, sinónimo de tristes desgracias y gente quedándose sin hogares.
Para mí, es igual a imaginación.
Es que podría amar observarla.
Hay varios tipos de lluvias.
Ya saben. Con brisas, calmadas, lluvia y sol, con tormentas eléctricas, fuertes, suaves, en fin.
Mis preferidas son aquellas sin brisas, calmadas, que puedas sentarte con tranquilidad a mirarla o puedas caminar bajo sus gotas.
Y es que, ¿cuántos sueños no llegarían a mi mente en ese momento?
Cada gota significaría una esperanza.
Cada una de ellas puede representar un motivo para continuar viviendo, o una razón para llorar y emularlas, cayendo por tus mejillas.
Llorar no es malo, te ayuda a desahogarte. Pero llorar con lluvia es como un milagro.
Hoy la extraño.
Sentir las gotas rodar por mis mejillas y por mis hombros es una sensación que no cambiaría por nada del mundo.
Y caminar bajo ella de la mano de mi amor… ¡ay el amor! No se acabarían los suspiros.
Lo cierto es que puede hacerte sentir de diferentes maneras, según tu ánimo, de acuerdo a tu percepción.
La lluvia es sinónimo de imaginación.
¿Quién dice que no?
Siéntate una tarde a observarla por la ventana y dime si no imaginas los mejores momentos, recuerdas las caídas o puedes ignorar las ranas saltando en el pasto, alegres.
Es una terapia.
Una terapia llena de momentos que quedan por siempre en nuestras mentes.
Muy interesante tu punto de vista acerca de la lluvia.
ResponderEliminarComparto algunas ideas, felicitaciones, siempre te leo. Saludos.
Muchísimas gracias por leerme =).
ResponderEliminarSaludos para ti también.