Elegir a una persona para que sea tu pareja a veces puede resultar fácil, pero la mayoría de las veces cuesta. ¿Por qué? Fácil: Te enamoras de quien no debes, no encuentras al o la adecuad@ o simplemente prefieres estar sol@ que mal acompañad@.
Entonces comienzan a llamarte exigente, a decirte que te quedarás sol@ o que nadie siquiera voltea a verte. Y aquí hay una grave confusión.
Pienso que a medida que van pasando los años y vamos madurando, aprendemos sobre todo a saber lo que no nos gusta, lo cual nos hace más claro el camino para saber qué es lo que realmente queremos.
Por eso, luego de saber qué no te gusta, empiezas a descartar personas porque no te agradan o simplemente no llegas a sentir nada por ell@s. Y eso no está mal. A mi parecer, sería lo ideal para no estar rompiendo corazones a diestra y siniestra, mientras decides qué es lo que realmente buscas.
Estar sol@ podría afectar, pero también sirve mucho para encontrarte contigo mismo y para conocerte. Es un momento para ser novi@ de ti, para amarte a ti, para pensar en ti.
Muchas veces no es exigir, es buscar a alguien que se acople a lo que quieres, que te haga sentir, que realmente llene tus expectativas. Por supuesto, no es cuestión de buscar perfección, porque sabemos que no existe, sino de saber elegir.
Y sí, señores, hay quienes pueden tener vari@s pretendientes pero prefieren seguir caminando sol@s por el simple hecho de buscar el verdadero amor y no una simple compañía o por no engañar a esa persona cuando sabes perfectamente que no sentirás nada por él/ella.
Entonces, no juzguemos a quienes buscan ir más allá, a quienes prefieren estar sol@s ni a quienes saben exactamente lo que quieren porque ellos están haciendo lo correcto, mientras otr@s, probando y probando, pueden hacer y hacerse daño.
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