Siempre
fui de tener más amigos hombres que mujeres. Con ellos me sentía protegida, sin
pensar en celos y evitaba chismes. Con el pasar de los años, mi círculo de amigos se fue reduciendo,
quedando a mi lado sólo los más importantes y verdaderos.
Hoy soy la parte femenina de un trío
amistoso, donde comparto con mis dos mejores amigos… o no, ellos en realidad
son mis hermanos.
Lo cierto es que en los últimos 8 años,
nuestras ocupaciones nos han obligado a hacer de nuestras reuniones encuentros
más casuales. Sé que a ellos no les gustará esta comparación, pero somos muy Sex
and the city, sólo que en una versión más masculina y menos norteamericana.
Cuando sentimos que debemos
desahogarnos, una mesa repleta de comidas y bebidas se convierte en nuestro
mejor escenario para exponer lo vivido en el tiempo en el que no nos hemos
visto.
Y eso fue lo que sucedió ayer y la
razón por la cual estoy escribiendo esto. Es que ese día tocamos un tema para
nada extraño entre nosotros: los desamores. Podría decirse que uno de ellos es
muy femenino en cuanto a su manera de ver el amor, el otro, extremadamente
masculino y yo… yo soy el punto medio que logra equilibrarlos.
Uno cree que el amor ideal y de cuentos
de hadas existe. El otro piensa que debemos hacer nuestra vida con alguien que
si bien no nos hace la persona más feliz, al menos no nos da dolores. Y según
mi punto de vista, debemos encontrar a alguien que aunque no represente al
príncipe azul, sea quien te haga sacar lo mejor de ti.
La situación es que analizábamos qué
tanto podemos llegar a hacer por encontrar y mantener esa relación perfecta y
las conclusiones no fueron nada alentadoras. ¿Qué es lo que está sucediendo con
el amor? ¿Por qué se vuelve cada vez más difícil?
Tal vez no es el sentimiento como tal,
sino la manera cómo lo enfrentamos. Así que sentados en medio de una feria de
comida, cabizbajos y con ganas de salir de nuestros límites, llegamos a creer
que lo que necesitamos no son nuevos sentimientos, sino nuevas personas y
nuevas maneras de ver la vida.
Supongo que así es esto. Corres y
corres por caminos distintos hasta que te das cuenta de que necesitas tener
nuevos horizontes. Que ya te conoces estos. Que ya es hora de arriesgarte a
buscar lo que no has tenido.
Y como si de una terapia se tratase, al
terminarse los tragos y los snacks, volvemos a la realidad para seguir
enfrentando esto que llamamos vida, con la frente en alto y un trío de sonrisas
ocultando las banditas en el corazón.