-No
sé cómo voy a volver a confiar en alguien.- le dijo Cler a María, mientras
encendía un cigarrillo para acompañar el frío de aquella velada.
-Confiar
no es fácil, pero debemos hacerlo.- contestó María.- ¿Has visto acaso cómo
funcionan las relaciones hoy en día? La gente aprende a fiarse con el tiempo.
-Por
eso. Por eso siento que no confiaré. ¿Cómo comienzas una relación con una
persona en quien no confías?
-Cler,
no debes cerrarte. Son cosas que se ganan, poco a poco, no en un día. Te han roto
muchas veces el corazón, ¿no es cierto?
-No
alcanzaría a contarlas. Ya sabes, la suerte no se hizo para mí.
-Entonces
hazte tú para ella.
-Seamos
sinceras, María.- dijo mientras movía su cabeza como si se negase a
entenderlo.- Echa un vistazo a tu alrededor: ¿cuántas parejas engañadas ves?
¿Sabe esa chica lo que hace su novio a sus espaldas? No. ¿Sabe ese señor
sentado allá a la izquierda lo que hace su mujer mientras él trabaja? No.
¿Conoce esa mujer allá al fondo la verdad acerca de las “reuniones de trabajo”
de su pareja? No. No. No. Entonces, ¿quién dice que no seré una más de esas
engañadas?
-¿Quién
dice que no? Tú eres de las que opina que no todas las personas son iguales,
mucho menos sus relaciones. ¿Qué te sucede ahora?- soltó María, mientras le
quitaba el cigarro de la mano, apagándolo en la cenicera.
-Tengo
miedo a enamorarme. Eso me sucede. - miró al vacío, con una expresión de miedo.
-Estás
enamorada.
-Argh.
A veces me gustaría que no dijeras lo que percibes.
-Y
a mí me encantaría que fueses más fuerte.
-Más
inocente. Eso es lo que necesito ser.
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