viernes, 12 de abril de 2013

Crónica de una afectada


          El día está muy caluroso. Debe hacer unos 34º aquí afuera. Salgo de una tienda de computación dispuesta a tomar un taxi que me lleve a casa con esta caja que me hace sentir torpe.
         No tardo mucho en abordar uno y el conductor me mira, intentando adivinar qué llevo en la caja. “¿Qué aparato es?”, pregunta y me muevo incómoda en el asiento. Le contesto que es parte de mi computadora y continúa manejando.
         Como la situación en mi país no es nada segura, le marco al teléfono de mi hermana y le digo que voy de regreso a casa en un taxi. Me aseguro de decirlo en voz alta para que el conductor me escuche. Suena paranoico, pero hoy en día hay que prevenir, pues no sabes con qué te encontrarás en la calle.
         El chofer advierte mi posición defensiva y comienza a sacarme conversación (cosa que no es nada raro en los taxistas).
-¿Cómo te preparas para las próximas elecciones? – me pregunta.
-Bien, apostándole al cambio. – respondo, realmente esperanzada. Él me mira por el retrovisor y se ríe.
-¿Votaste por el cambio la vez pasada?
-Sí, claro. ¿Y usted?
-Yo sigo con la revolución. – me dice, orgulloso.

      Sonrío. No le digo nada para evitar tener una conversación. Miro a través de la ventanilla durante todo el camino, pero justo en la entrada a mi ciudad el tráfico está trancado, por lo cual toma una vía alterna que nos obliga a pasar por una de las obras que está realizando su bando político.
-Qué bonito va a quedar este hospital. – me suelta, mientras mira por el retrovisor en busca de mi respuesta.
-Sí, la verdad es que es tremendo proyecto.
-¿Ves? Te gustan las cosas que hacemos, ¿por qué entonces votarás en contra? Si gana tu candidato, no podrán seguir haciendo estas cosas.
-No se deje engañar, señor. – le digo, sonriendo.- Eso ha quedado aclarado. Lo que funciona bien, seguirá funcionando bien.
-No, hija. Me gustaría poder adelantar todo y que vieras cómo van a entregar nuestro país.
-Señor, nuestro país tiene muchas carencias. Necesita un verdadero cambio. Yo soy una de las tantas afectadas por todas las locuras que aquí suceden.
-Locuras, ¿como por ejemplo? – me dice sonriente. Supongo que pensó que no sabría responderle o que le diría tonterías de fanáticos.
-¿Por ejemplo? – suspiro – por ejemplo, que mi padre perdió su empleo porque el gobierno cerró la empresa donde trabajaba y no tuvo un pago justo por tantos años de servicio debido a que el Ministerio encargado resolvió no tomar decisiones hasta que el gobierno diera la orden, cosa que nunca llegó y, por ende, le dieron una miseria. Por ejemplo, que perdimos la casa donde vivíamos cuando empezó todo acerca de las leyes de alquiler. Por ejemplo, que vivimos arrimados por meses, comiendo apenas lo que podíamos comprar con los pequeños ahorros de mi padre, porque éste no conseguía empleo, y mucho menos yo. Por ejemplo, que tuve que pedir una ayuda en una alcaldía para poder pagar la universidad. Por ejemplo, que mi tía fue herida de bala por estar sentada frente a nuestra casa, gracias a la violencia desatada. Por ejemplo, que perdí a uno de mis mejores amigos y a un ex novio porque los mataron para robarles sus pertenencias. Por ejemplo, que no ejerzo mi carrera porque no creo que escribir bien para un bando u otro sea ético. Lo mío es informar de verdad. Por ejemplo, que he dejado de hablarle a muchas personas porque tenemos ideologías distintas y no hacen más que insultarme por no apoyar algo que me ha afectado tanto. Por ejemplo, que este aparato que llevo aquí, lo dañó un bajón de luz debido a que no se controlan los servicios. ¿Cree que puedo apoyar lo mismo que usted apoya luego de todo eso?
-¿Por qué no te acercas a ellos y les comentas lo que te ha sucedido? Tienes mucho potencial y seguramente ellos podrán ayudarte, darte empleo, solucionarte los problemas. – me dice, con un rastro de vergüenza en la voz.
-Señor, ¿cree que no lo he hecho? En todos estos años, todas esas cosas han sido ignoradas. No puedo apoyarlos porque tengo razones de peso para no hacerlo.
-Tienes razón. Tienes muchos motivos para no apoyarnos. – me dijo, bajando la mirada y con una humildad increíble.

Señores, sé que hoy en día es muy difícil entablar conversaciones entre personas de distintas ideologías porque, queramos reconocerlo o no, la mayoría de ellas siempre terminan en discusiones e insultos. Sin embargo, contándoles esto que me sucedió ayer, quiero demostrarles que sí se puede, que podemos volver a ser hermanos.
Cada uno de nosotros tiene un motivo para votar a favor o en contra. Cada uno ha vivido y sentido en carne propia todas las situaciones del país. Respetemos el derecho a elegir y pensemos en nuestro futuro.
Yo estoy en contra por mis razones. Seguramente alguien está a favor porque ha recibido ayudas. La verdad es que lo único importante hoy en día es no dejarse llevar por fanatismos, no votar porque uno es bonito y otro feo o porque uno grita más que otro. Lo realmente relevante es ejercer nuestro derecho y decidir si continuar o buscar un cambio para nuestra situación.
Nuestro país, este domingo, estará en nuestras manos. ¡Todos a votar!  


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