Tengo miedo. Y tal vez esa no sea la
mejor frase para empezar este escrito ni éste tampoco el tema al cual estoy
acostumbrada a escribir, pero es lo que siento en estos momentos con la actual
situación de mi país.
No sé mucho de política, sólo lo
básico, pero creo que no hace falta ser el más estudiado en ese ámbito como
para darse cuenta cómo ha cambiado todo y cómo nos vamos hundiendo un poco más
cada día.
Tengo miedo, Venezuela. Principalmente
porque soy de ese tipo de personas que se ilusiona muy rápido y que le duelen
el doble las caídas… y ya me ha pasado en otras ocasiones que pongo todas mis
esperanzas en un nuevo camino y los sueños se me vienen abajo.
Crecí viendo a mi país dividirse. Es
increíble la manera en la cual nos odiamos por pertenecer a uno u otro bando.
Es insoportable saber que allá afuera hay gente dispuesta a agredirte sólo
porque piensas diferente.
Ahora tenemos una oportunidad para
reconstruir todo lo que se ha venido abajo. Un nuevo chance para abrazarnos
como venezolanos y no como miembros de un partido político ganador, sino como
hermanos, como lo que al final somos.
Sin embargo, tengo miedo. Debo aceptar
que intento ponerle mucha fe a este nuevo camino que se nos propone, de hecho,
lo apoyo 100%, pero me da tanto desasosiego ilusionarme con que esta vez vamos
a salir ganadores y que al final se nos den unos resultados contrarios y que
todas esas metas por cumplir me las tiren a la basura.
Ya me ha sucedido antes. Ponía toda mi
fe en un candidato que prometía, parecíamos tener en nuestras manos un pase
directo a una mejor Venezuela pero luego nos arrebataban esa fe, esas ganas. Y
la sensación es indescriptible. Es como si estuvieses atrapado en un callejón
sin salida y nada de lo que está alrededor te ayuda a encontrar la solución.
Para muchos abandonar el país no es una
opción, pues no debemos dejarlo, sino luchar por él, pero viendo tanta
violencia, división, sangre, odio, pobreza e ignorancia, ¿a quién le quedan
ganas de quedarse?
Te quiero libre, Venezuela. Quiero que
jóvenes como yo volvamos a tener la certeza de que podemos triunfar. Que
pensemos en prosperar, en compartir unidos, en salir a la calle sin ese miedo
de no regresar jamás.
Te quiero bonita, mi Venezuela. Digna
de ser admirada y visitada por el mundo entero. Que todos podamos decir que
tenemos buena calidad de vida y que nadie se vaya a la cama con lágrimas en los
ojos.
Tengo miedo de no volver a verte así
nunca. Tengo miedo de que el color gris siga inundando este país. Porque no, no
lo tiñe el rojo, lo pinta el gris y cada día se hace más profundo.
Tengo miedo a hacerme ilusiones de que
esta vez sí podamos encontrar un camino. Aún así, saldré a luchar en estas
próximas elecciones, con la frente en alto y las piernas temblando, esperando
un resultado que nos puede cambiar la vida a todos.