Tenemos
momentos en la vida en los cuales necesitamos que sean terceros quienes nos
muestren realidades que nosotros no queremos entender. Eso me ha sucedido mucho
últimamente, pero más que hablar de mí y de mis decisiones en este post, siento
que debo hacerlo en general, pues a muchos de nosotros nos pasa, aunque no
queramos admitirlo.
Se trata de esas veces que queremos a
alguien, nos enganchamos tanto que no vemos las señales que nos advierten que
ese no es el camino correcto. Pero claro, aunque nos digan las cosas, no las
procesamos hasta que tenemos el cerebro frío y el corazón a un ritmo normal.
Leyendo mi blog favorito (Crónicas de
una soltería anunciada http://cronicasdeunasolteriaanunciada.blogspot.com) me topé con un comentario de una lectora que le dice a
la chica que muchas veces cuando todo se termina, nos preguntamos por qué
insistimos en algo que ya de entrada sabíamos que no avanzaría.
Ella dice que muchas veces nos vamos
apegando más a una persona y le facilitamos el querernos “como nosotras
necesitamos”. Le vamos dando facilidades, soportamos cosas, nos abrimos, pero
cuando no avanza del límite que ya desde el inicio sabíamos que existía,
entonces nos sentimos estafadas.
Asegura que lo que sucede es que “creímos”.
Creímos en que la otra persona cambiaría, en que se adaptaría más a la manera
en que queremos que nos quieran, pero que no es más que una obsesión, pues esa
persona ya nos había puesto los límites claros.
¿A cuántos nos les ha sucedido esto?
Aunque algunos no intentamos cambiar a una persona en su manera de ser y sus
valores, al menos pensamos que poniendo esfuerzo y amor éste va a cambiar su
decisión y va a darnos lo que esperamos o de la manera como lo esperamos.
Ese, señores, es un grave error. Aunque
me ha sucedido, debo decir (porque lo he aprendido), que lo mejor es dejar que
las cosas fluyan de manera natural, sin forzar nada, respetando la manera de
cada uno ver y vivir las cosas y que, principalmente, debemos dejar claro lo
que queremos en la vida, ver claramente las señales que nos envían y no insistir
en cosas que claramente no van a tener futuro.
La mayoría de las veces rodamos por el
camino para poder aprender las cosas. Es nuestra manera de poder experimentar y
saber qué está mal y qué no. Así que si ya nos ha sucedido, a levantarnos y no
volver a cometer ese error. Y si no, a respetar entonces las decisiones de los
demás y a darnos un poquito más de valor, que seguramente llegará quien nos ame
“así como queremos”.
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