sábado, 14 de agosto de 2010

Recuerdos lejanos


Mientras revisaba páginas en internet, buscando crónicas acerca de momento románticos que las personas han vivido, me topé con un escrito que llamó mucho mi atención.
Era un breve resumen acerca del recuerdo más lejano que tengas. Es decir, de lo qué más recuerdes de tu niñez. Y, pensando bien acerca de la mía, hay varios.
Recuerdo cuando mi mamá, a los 4 años, me dejó al cuidado de mi prima porque, emocionada, fue a inscribirme en el kínder. Recuerdo que pasé la tarde sentada en aquella mesa de madera, dibujando.
Recuerdo también aquella mañana que salí con mi padre y me regaló un peluche hermoso que hoy sólo está en mis recuerdos. Y, para completar mi felicidad, me compró un cuaderno y varios lpices.
Sí, siempre amé escribir. Lo mejor que alguien podía regalarme, eran lapiceros. Pero los recuerdos se siguen apareciendo en mi mente y cada vez son más extraños.
Recuerdo cuando imitaba el acento argentino y todos reían cuando decía que me gustaban los “cabachos”. O aquella vez que lloré hasta más no poder pues odiaba usar los vestidos que mi madre me compraba.
Pero, para ser sincera, hay dos momentos en mi mente que siempre me han perturbado de alguna manera pues no entiendo cuándo sucedieron y mucho menos por qué.
El primero y más normal de ellos, soy yo en el pasillo de mi antiguo hogar. Todo estaba solo, oscuro, y yo miraba extrañada la casa, sin saber qué hacía ahí.
Y el otro, que, por qué no, pudo ser un sueño o algo parecido, es yo viajando a gran velocidad y mirando un gran planeta azul frente a mí. La persona que iba a mi lado, que vale destacar jamás vi, no dejaba de repetirme: “vamos hacia el planeta azul”.
Los recuerdos de la niñez son maravillosos, extraños, locos, cómicos e incluso muy borrosos. Pero eran esos momentos los más inocentes, los más despreocupados, quizás los mejores.
Los recuerdos de la niñez son una suerte de visión del futuro. ¿Cuál es tu recuerdo más lejano?

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