A
veces me gustaría hablar de todos y cada uno de los hombres que se cruzan en mi
mente y que rozan mi corazón, pero pienso que podría causar conflicto. Ya
saben, por eso de que algunos prefieren permanecer en el anonimato.
Sin embargo, voy a intentar romper un
poco con mi promesa de no nombrarlos. Les hablaré de algunos que han marcado mi
vida, obviando sus nombres, por supuesto.
Que esto sirva sólo para que ellos
sepan que han dejado huella en mí, que se enteren de que ocupan parte de mi
corazón y que si no están hoy en día a mi lado es porque definitivamente hay
cosas mejores para ambos.
Como por ejemplo G. Yo estoy segura de
que lo que sucedió con nosotros fue para que aprendiésemos que debemos luchar
por lo que queremos y que tenemos también que soltar, que dejar ir lo que ya no
funciona.
Hace 8 años yo consideraba que él era
el amor de mi vida. Esto es normal cuando te enamoras por primera vez, pero hoy
digo con certeza que aunque no sea él el verdadero amor de mi vida, sí fue
alguien que me enseñó a amar.
Tengo la suerte de ser su amiga. Y sí,
señores, luego del amor puede existir la amistad. Claro, siempre quedan los
recuerdos y una que otra ceniza por ahí volando, esperando que una pequeña
chispa la encienda, pero tenemos claras ya las cosas y nos encargamos de
mantener esas cenizas húmedas.
Después de varios años sin verlo, aún
quisiera encontrármelo en algún rincón de la vida, darle un gran abrazo y
decirle gracias, porque sin él, sin las alegrías y los dolores que me dio, yo
no fuera la mujer que soy hoy, tendría mucho que aprender.
Gracias, G, por ser parte de mi vida.
Gracias por los tatuajes de aquella noche en nuestras pieles, creo que incluso
tatuaste esas frases en mi sangre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario