De
repente, la percepción que tenemos de una persona puede cambiar.
Primero es ese chico guapo que te llama
la atención. Luego es un chico guapo que te llama la atención y que está
pendiente de ti.
Después pasa a ser un chico guapo que
te llama la atención, está pendiente de ti y tiene varias de las cualidades que
te gustan en un hombre.
Con el pasar de los días, ese chico no
sólo es guapo, te llama la atención, está pendiente de ti y tiene las cualidades
que buscas, sino que también quiere conocerte y saber cómo piensas.
Y claro, no se queda ahí. Ese hombre
guapo que te llama la atención, está pendiente de ti, tiene las cualidades que
buscas y quiere conocerte más a fondo, se dedica a hacer que desees estar con
él.
Pero sucede un cambio. Ya no lo ves
como una figura física. No sólo es el guapo que te llama la atención, ahora es
un hombre con sentimientos, temores, cualidades y defectos que te ponen de
cabeza.
Y ese chico guapo que te llama la atención,
está pendiente de ti, cumple los requisitos, quiere conocerte y deseas, es
también un hombre inteligente, preparado, que te hace reír cada día, que te
cuenta de su vida.
Y no sólo eso, te invita a entrar en su
mundo, aún cuando estás a muchos kilómetros de distancia, mostrándote lo que le
rodea y hablándote de su día a día y sus temores.
Entonces llega un punto en el que el
guapo que cumple con lo que buscas pasa a ser el hombre que no te deja ir, que
siempre te da una razón para quedarte y que aunque no se fía completamente, no
se abre de un día a otro, te da a entender que de alguna manera quiere que le
hagas confiar.
Y es así como el guapo que te llama la
atención, está pendiente de ti, tiene lo que buscas, quiere conocerte, deseas,
te hace reír y te abre poco a poco las puertas de su mundo, empieza a invadir
tu mente y no quieres hacer otra cosa que estar a su lado.
Así, señores, comienza algo que solemos
llamar: amor.
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