lunes, 14 de mayo de 2012

Mis diarios


      Hoy me armé de valor y decidí abrir esa gaveta de mi closet repleta de diarios, cuadernos y demás hojas de apuntes en las cuales está toda la historia de mi vida… o al menos la que quise retratar.
         Como la mayoría de las adolescentes de mi generación, escribía cada día lo que me sucedía. Miradas, besos, pensamientos, problemas, lágrimas y muchas más cosas están reflejadas en unas hojas que ya empiezan a tornarse amarillas por el paso del tiempo.
         Leí unas cuantas frases de mi pasado y no sabía si reírme o abofetearme por haber sido tan inmadura, pero era lo que había en ese tiempo y yo sí crecí disfrutando cada una de las etapas de mi juventud.
         Cuando somos jóvenes queremos escribir para luego más adelante echar un vistazo atrás y tener una historia que contar. Es como si quisieras que alguien una vez leyese tus diarios y decidiera crear una película acerca de tu vida.
         Una vez que creces y miras atrás, buscando dónde está la historia maravillosa digna de un Oscar, descubres que no quisieras ni tú misma leer eso que alguna vez escribiste. Todo entonces te parece tonto y sólo piensas en buscar un nuevo rincón, más recóndito que el anterior para evitar que puedan ser leídos.
         Hoy me vestí de ganas de analizar quién fui y quién soy, por eso estoy rodeada de hojas llenas de polvo y de diarios que una vez tuvieron como fin ser entregados a mis hijos para que conocieran a su madre en su etapa de adolescente.
         Diarios que ahora serán sólo pequeñas hojas escondidas, para evitar  que alguien descubra que fui una niña y que los golpes hicieron de mí una mujer mejor. Una mujer que incluso ya no sabe si quiere tener hijos.

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