Estoy
en una ciudad muy grande y fría en la cual he conocido personas maravillosas y
vivido momentos inolvidables. Pero no hay un viaje a esta enorme jungla que no
me haga sentir sola.
Parece ilógico, pero para mí tiene
mucho sentido. Es como si no pudiera escapar de mí misma, como si mientras más
acompañada me diera más cuenta de que hacen falta inquilinos nuevos en mi
corazón.
En mi vida, definitivamente, hace falta
alguien. Y me he cerrado tanto, lo he evitado muchas veces, pero es momento de
aceptarlo: echo de menos estar enamorada.
Me gustaría tener a alguien a quien
hacer reír, que me robe suspiros, que quiera en verdad ganarse mi corazón.
Alguien sincero que valore mis momentos de mal carácter tanto como mis ratos de
felicidad. Una persona que me diga: eres esa a quien esperaba.
¿Es tan difícil hallar a alguien
verdadero? A un hombre que no me deje sola en los peores momentos y que me haga
llorar y reír cada día de mi vida… que me haga sentir. Ese alguien que me diga:
estoy aquí, contigo.
Que mirar las estrellas y acurrucarnos
a ver películas no le parezca aburrido y que valore lo que ya nadie toma en
cuenta.
No busco un novio, quiero un amor que
sea a la vez mi mejor amigo y a quien pueda decirle, sosteniendo fuerte sus
manos: nunca estarás solo.
Un cómplice más que un amante. Alguien
que entienda que mi mejor afrodisíaco es el amor real y que entregar mi cuerpo
es dar parte de mi alma.
Alguien que me haga sentir calidez en
ciudades tan frías como Caracas…y como cualquier otra alrededor del mundo.
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