miércoles, 13 de abril de 2011

Mi príncipe no es azul

         El eterno problema de las mujeres con los príncipes azules. Ya saben, quieren que los hombres sean perfectos, y cuando aparece alguno que cubra con esas características, el mundo se voltea hasta que puff, aparece el defecto: no es soltero, es gay, o cualquier cosa que se le parezca.
         El caso es que para cada una de nosotras existe un tipo de hombre perfecto. Un príncipe azul diferente para cada quien, pues. Por eso hoy estoy escribiendo esto para describirles cómo es el mío.
         No creo que la perfección exista. Soy de esas personas que ama los defectos y que intenta mejorar los propios. Si todo fuese correcto e ideal, sería patéticamente aburrido y por ende, dejaría de gustarme.
         Así que mi príncipe azul tiene defectos, como todos. De hecho, no es azul, es blanco y su piel sólo pide besos a gritos. Por supuesto, él es alto, elegante. De esos hombres con los cuales te provoca pasear tomando su mano y que debas subir la mirada para alcanzar sus ojos.
         Sus ojos son oscuros, misteriosos, interesantes. De esos que no provoca dejar de mirar y donde puedes encontrar mil historias donde sólo yo soy la protagonista y ellos me sonríen al mirarme.
         Su sonrisa. Perfecta. Ella sí es perfecta. Hace que mi boca se contagie y quiera sonreír de igual manera. Como queriéndole decir: mira, así está mi corazón de contento por estar a tu lado.
         Sus labios no hay ni que describirlos. Totalmente besables, como si fueron hechos para que mi boca calzara exactamente con la suya. Labios por los cuales salen palabras encantadoras.
         Él es apasionado, inteligente. De esos que tiene buenas notas y un futuro lleno de éxitos. Un hombre que ama lo que hace y no deja de explorar otro tipo de campos e interesarse en ellos de la misma manera.
         Mi príncipe es divertido. Me hace reír a más no poder y es muy sociable. De esos que puedes dejar solo en un salón con desconocidos y al regresar ya es el alma del lugar.
         Disfruta de la lectura tanto como yo y no se queda con la superficie de las cosas. Va más allá. Es maduro, enfrenta los problemas con mucha fortaleza y siempre tiene un consejo acertado que dar.
         Es sexy, comprensivo, paciente, entregado, romántico hasta la médula y no tiene problemas en gritarle al mundo sus sentimientos hacia mí. Es fiel, educado, y todo un caballero.
         Mi hombre ideal me despierta con palabras de amor y me dice que sueña conmigo. Mi familia lo adora y me ha enamorado como nunca.
         Mi príncipe azul no es azul. Tampoco es de cuentos de hadas. Está en la misma dimensión que yo, bajo el mismo cielo, con muchas cosas en común conmigo.
         Y sí, dije es, no sería. ¿Por qué? Simple: existe y camina de mi mano.


sábado, 9 de abril de 2011

Gritos en el confesionario


Merly era una de esas chicas que iba a misa regularmente y cada día hacía oraciones frente a una vela. 
En la actualidad, parece extraño encontrar jóvenes tan católicos pues por ahí se dice que esos valores se han perdido. 
Sin embargo, esta chica era una ferviente devota, de esas que incluso visten ropas que no son "indecentes" y los vicios para ella eran el peor pecado. 

Conocía a todos los trabajadores de la iglesia y alguna vez consideró la idea de casarse con Dios, pero su familia la hizo desechar tal decisión. 
Merly, siempre que podía, iba a ayudar al templo y disfrutaba estar rodeada de santos y velones. 

Pero todo eso comenzó a cambiar. 
Una tarde, mientras estaba en el altar cambiándole las flores a la virgen, escuchó un extraño ruido en el confesionario. 
Se acercó a mirar y todo estaba vacío. 
Se persignó y corrió a rezar varios Padre Nuestro que la hicieron olvidar aquel episodio. 

Pero como ese ruido, siguieron muchos más. 
Desde pasos a sus espaldas, velas que se apagaban de repente y escalofriantes murmullos en la iglesia vacía. 

Al comentarlo con el párroco, éste le recomendó rezar aún más y no perder la fe en Dios. Pero todo continuaba igual. 

A pesar de que casi a diario Merly recibía un susto, no dejó de visitar el templo sagrado. 
Y no perdió la fe. 
Un día, antes de la misa de las 6:00 de la tarde, vio a un niño sentado en el último banco. 
Se acercó a él pero éste salió corriendo, jugueteando, y se escondió detrás del confesionario. 

Acto seguido, escuchó un aterrador grito que casi la dejó sorda, al punto de apretar muy fuerte las manos sobre sus oídos. Cuando abrió los ojos, todo estaba en santa paz. 

Salió huyendo y en la entrada se consiguió con una anciana que al ver el terror en sus ojos, la detuvo.
Merly le explicó lo sucedido y la señora le recomendó confesarse. 

-Ve con Dios, hija, Él va a escucharte. 

Merly volteó y vio al Padre entrar al confesionario. 
Con miedo, se acercó. 
Prácticamente contó cada paso que dio, mirando la sombra inmóvil del cura esperándola. 

Entró y se sentó, temblando de miedo. 
Apenas dijo las palabras "Ave María..." y la ventanilla se abrió. 

Unos ojos totalmente en blanco fue su última visión pues un afilado cuchillo atravesó su cuello, callando un horroroso grito que se ahogó en la iglesia.

miércoles, 6 de abril de 2011

Soy lo que no soy



Me piden que escriba acerca de amores y relaciones cuando ni yo misma sé sostener las mías.
Soy de esas escritoras de libros de autoayuda que te pintan un mundo lleno de paz y tranquilidad y dentro de sus hogares viven un infierno diario y pueden ser peores que un ogro.
O tal vez soy de esas mujeres que escriben acerca de sexo pero han experimentado muy poco.
Pero todas tenemos algo en común: conocemos lo que sucede y lo decimos sin pelos en la lengua, sabiendo que muchas personas se sentirán identificadas.
No se trata de hacer una crónica de mis eternas peleas, amarguras y malas decisiones en el amor. Prefiero darte una visión distinta. Es como si buscara decirte: no hagas esto, yo lo hice y fracasé.
O tal vez entre líneas sólo encuentres un deseo inmenso de que la persona que amo lo lea y aprenda. Y comience entonces a darse cuenta no sólo de lo que desean las chicas en general, sino la autora.
Aunque parezca extraño, esto es típico. Ya saben, la persona que da consejos que nunca cumple. Pero la razón es fácil: resulta cómodo decirlo, difícil realizarlo.
Pero esa soy yo. Una persona que te dice que seas feliz, pero que le cuesta conseguir la felicidad. Esa que te dice que en las relaciones debe existir armonía, comunicación, confianza. La que jura que cuando se habla, todo se soluciona, pero sale por la puerta trasera gritando y exigiendo.
No es de alarmarse. Así somos los escritores. Vemos todo como en un mundo mágico, donde las cosas podrían llegar a ser perfectas. Pero cuando abrimos los ojos, estamos en un lugar donde todo apesta y sólo queremos ayudarte a mejorar lo que en nuestras vidas está por el suelo.
De nada.

domingo, 3 de abril de 2011

La mente de un hombre



La mente de un hombre.
Wow.
Incluso la frase parece complicada.
Y es que nadie sabe qué sucede allá adentro... a veces, ni ellos mismos.
Simplemente, no hay que buscar entenderlos, sino amarlos tal cual son.

Y estoy escribiendo acerca de este tema porque me he dado cuenta de que no es cierto eso de que son básicos y que sólo aman el trío senos-cerveza-pizza.
Créeme, van más allá.
Por supuesto, esas tres cosas los vuelven locos, pero no se conforman con eso.

También he notado, después de haber conocido a tantos hombres en mi vida, que todos, absolutamente todos, son diferentes y tienen técnicas y maneras de reaccionar ante las situaciones muy distintas.
Eso sí, no le pidas un consejo a un chico acerca de otro de su especie porque automáticamente pensará que ven las cosas de igual forma y eso es falso. Cada persona en esta vida es única, de eso no tengas dudas.

Pero sí, lo normal es generalizar. De igual modo, yo no lo aplico. Uno puede ser cobarde y salir corriendo sin avisar y otro puede darte la cara y decir adiós. Así como unos dan ese primer paso y otros se quedan congelados.

Yo, particularmente, me dejo llevar mucho por el lenguaje corporal porque si algo es cierto es que no te dirá todo lo que sienten. Y eso, incluso, es un cliché. A los hombres sinceros hay que clonarlos.

Siempre he pensado (o querido pensar) que todos (hombres y mujeres) vemos el mundo igual y todo eso de las diferencias es un invento para que las relaciones sean más complicadas, y por ende, más interesantes.

No me gustaría saber qué hay en la mente de un hombre. Descubrirlo cada día, en cambio, me emociona.

Y así como no sé por qué nos soportan a nosotras las mujeres, tampoco quiero saber cómo es que los aguantamos a ellos.

Supongo que su sexy mirada, la fuerza de sus manos y sus deliciosos besos lo valen.

That's all.



viernes, 1 de abril de 2011

Vive


Vivir el presente sin mirar el pasado y sin planear un futuro parece ser la orden del día. 
Pero, ¿es verdaderamente importante vivir así? 
Muchas veces te sitúas en tu realidad actual, miras a tu alrededor y te preguntas, ¿qué es esto? 
La gente vive de prisa, todo es superficial y parece importar más lo que digan, no lo que sientas. Muchas veces echas una mirada a lo que te rodea y ves personas que van y viene, que entran y salen de tu vida, algunas que se quedan para siempre. 
Pero existen momentos donde simplemente no ves nada. 
Te quedas en blanco. 
¿Quién no ha ido por la calle, esquivando gente, como si se tratara de nadar contra la corriente, y se ha sentido terriblemente solo? 
¿Quién no ha visto ancianos dándose amor y ha soñado con llegar a vivir lo mismo? 
Muchas veces estas circunstancias parecen utopías. 
Sin embargo, está en nosotros mismos traerlas a la realidad. 
¿Es importante vivir corriendo, sin sentir el paso de la vida? 
Cada persona en el mundo debería proponerse metas: admirar el cielo, dejar en libertad a los pájaros, decir te quiero aunque mueran de miedo, ver atardeceres, sonreír, soñar y, sobre todo, dar lo que está dentro de ti. 
No esperes que la edad te limite. 
No esperes que una pareja de extraños te hagan sentir fracasad@. 
No esperes que sea la vida quien te enseñe a vivir.