sábado, 16 de junio de 2012

Cuántas veces...


         ¿Cuántas veces has sentido que tienes algo encogido en el pecho pero no sabes cómo expresarlo?
         ¿Acaso no has sentido alguna vez que necesitas decir mucho, pero de tu boca sale poco?
         No sé qué quiero decir… mucho menos cómo sacarlo. Es extraño. Es como si buscara entre palabras de otras personas algún tipo de sentimiento que se esconde dentro de mí.
         Como si de repente una frase fuese a encender la mecha de una bomba, muy al estilo de Misión Imposible, y al son de la famosita música los segundos fuesen anunciando una gran explosión que parece ser inevitable.
         Supongo que tiene que ver con el hastío de la rutina. Con la condenada odiosidad que te grita cuando estás sola. O tal vez sólo significa que es hora de volver a dejar la piel falsa en el clóset y volver a vestirme de Yasdelia.
         Es eso. Tal vez sea suficiente cargarme de energía en la mañana y salir a caminar el mundo, mostrando quién soy y derribando muros de contención.
         ¿Cuántas veces has deseado que todo fuese más fácil sólo arriesgándote a ser tú?

viernes, 15 de junio de 2012

¿Somos realmente libres?


     Hace tiempo que quería hablar de este tema pero no había tenido la oportunidad. Para empezar quiero hacerles una pregunta y que se la contesten a ustedes mismos antes de que continúen leyendo (si es que deciden seguir haciéndolo).
         La interrogante es: ¿somos realmente libres? Pensemos un poco. Más allá de no estar detrás de unas rejas o de poder salir a donde queramos, ¿somos libres en verdad?
         Les explicaré por qué les cuestiono esto. En una de mis meditaciones estuve analizando esto del significado de ser libres y recuerdo que una vez se lo comenté a una persona y él me dijo que sí, que podemos irnos a donde queramos y que podemos hacer lo que realmente deseemos.
         Yo le dije que no es así. Porque es cierto, podemos ir y venir y hacer y deshacer, pero, ¿acaso no tenemos leyes que nos impiden hacer cosas?, ¿no debemos seguir ciertas reglas que nos impone la sociedad? Si lo que quieres realmente hacer es andar desnudo por la calle, ¿eres libre de hacerlo?, ¿no tendrías consecuencias por ello?
         No estoy en contra de las leyes y el orden, es necesario para contener a la población, o al menos intentarlo en el caso de mi país, pero si nos ponemos a analizar un poco, gracias a la sociedad: NO somos libres.
         ¿De qué se trata la vida hoy en día? Naces, creces, vas a un colegio, eliges alguna habilidad que desarrollar, experimentas, decides qué serás, vas a la universidad, eliges con quien casarte, tienes hijos, formas una familia, te ocupas de tu familia, mueres. ¿Eso es todo?
         Cada cosa parece estar establecida. Entonces, ¿dónde está el elemento sorpresa? Voy a poner un ejemplo un poco más claro: si tu sueño es tener hijos en un lugar aislado, vivir de los frutos que te de la tierra y criar ganado, no estar en contacto con el resto de los humanos. ¿Serás alguien normal ante los demás? ¿No te juzgarán por no ir al colegio o por no trabajar e ir de compras como el resto? Todos pensarán que estás loco.
         ¿Existe la libertad entonces? Muchos se arriesgan y hacen cosas distintas a las ya marcadas por la sociedad en el mundo, pero de todos modos tienen limitaciones en algún momento de la vida.
         Y muchos dirán que lo que dicen los demás no importa, que si queremos podemos lograrlo y muchas cosas más, pero siempre, siempre, habrá algo que nos afecte o que nos haga mucho más difícil el camino para llegar a ser verdaderamente libres como queremos.
         La única libertad, desde mi punto de vista, la tenemos en nuestra imaginación.

martes, 12 de junio de 2012

I'm so Carrie Bradshaw


           Recuerdo que alguna vez una mujer que me leía me comentó, en tono de burla, que yo le parecía demasiado “chica Cosmo”. Yo no pude hacer más que reírme de esto, pues nunca me he dejado llevar simplemente por la moda y por esa constante de querer amarrar hombres.        
         Sin embargo, ella logró que yo hiciera una revisión en cuanto a cómo estaba mi vida en ese momento y fue muy beneficioso. Saco esto a colación porque hace poco alguien me dijo que yo soy muy “Carrie Bradshaw”. Y sí, no entiendo cuál es el afán de las personas en definirme o hacer que encaje en un personaje establecido. 
         Lo cierto es que he visto un par de capítulos más de Sex and the city, y aquí estoy, dándome cuenta de que eso puede ser muy cierto: me parezco mucho al personaje de Carrie.
         Tal vez haya que sacarle un par de detalles, como por ejemplo el salir siempre de fiestas y la pasión por los zapatos. Definitivamente no soy fanática de ellos y si hay algo que me obsesiona comprar son libros.
         Pero si analizo a esta chica a nivel emocional, es como si me estuviese viendo a mí misma.  Al final del día siempre me siento a escribir lo que me sucedió a mí o a quienes me rodean y a cada rato analizo las cosas que vivo.
         La columna famosa de Carrie podría ser mi blog, aunque este último no sea famoso y tampoco me reconozcan en la calle por escribir en él (por suerte).
         Sarah Jessica Parker encarna a una mujer que parece de una época antigua, de esas que buscan una historia de amor muy romántica y no se conforma con algo menos que mariposas en el estómago, como ella misma lo dice.
         Esa soy yo. Una mujer que va en busca del amor verdadero. No en vano mi cita favorita es una que dice ella en alguno de los capítulos de las últimas temporadas: “Puede que haya llegado el momento de dejar claro quién soy yo. Yo soy una persona que está buscando el amor. Un amor de verdad. Ridículo, inconveniente, eso de… no poder vivir sin la otra persona”.
         Torpe, risueña, analítica, que no se conforma, que quiere más, que cree en el amor verdadero. Eso es Carrie, eso es Yasde. Incluso, tengo a un Mr. Big en mi vida.

viernes, 8 de junio de 2012

Crónica de una graduación tardía (y III)



        No tengo mucho que decir para finalizar esta crónica de lo que fue mi graduación, un momento que ha sido realmente importante para mí. Sólo me queda contarles el acto de grado.
         Fue bastante emotivo. Sobre todo al momento de entrar al salón del evento, gracias a todo el apoyo que nos dieron nuestros familiares y a la música de fondo, claro.
         Todo se desarrolló rápido: imposición de medallas, discurso de una de nuestras compañeras, del director, de los padrinos, algunas canciones por parte del coro de la universidad, fotos y abrazos acompañados de lágrimas por parte de todos.
         Pero hubo un momento en el cual mi corazón se hizo pedacitos. Ese minuto en el cual te detienes a pensar un poco y dices: aquí falta alguien. Este título no lo pude recibir en presencia de mis abuelos, y eso fue bastante triste.   
         Sobre todo no tener a mi abuela ahí fue lo que más me pegó, porque fue con ella con quien más compartí y porque mi abuelo falleció cuando yo era una niña aún.
         Tal vez ella estaba presente, viendo cómo me convertía en toda una profesional, pero yo hubiese deseado darle un gran abrazo como los que ella solía regalarme cada día cuando yo llegaba de clases.
         Donde quiera que esté, este título está dedicado a ella, y estoy segura de que estaría orgullosa y feliz por todo esto. Desde algún rincón del Universo, ella me acompaña y quisiera algún día volver a estar a su lado y decirle cuánto la he extrañado.


Novio y mejor amigo: ¡sí se puede!


         Me sucede muchas veces que me dan unas ganas locas de escribir y escribir y plasmar en unas letras todo lo que pienso y lo que siento. Los dedos se me van solos y debo pelear con mi mente para que se adapte al ritmo no tan rápido de ellos.
         Pero si me detengo un momento a pensar acerca de qué quisiera redactar en esa oportunidad, se me va todo porque siento que son tantas cosas las que quisiera expresar, que elegir un solo tópico se me hace imposible. Supongo que para eso hay suficiente tiempo y bastante tinta.
         Sin embargo, esta vez he elegido hablar de algo que ya es común en este blog: lo que siento. Y es que hace poco hubo una frase en un programa de TV que me hizo reflexionar bastante y pensar si no es el mundo quien está equivocado, si simplemente soy yo.
         La frase decía: “quiero que mi novio sea también mi mejor amigo”. Y no tiene nada de malo como tal, pero la chica fue rechazada por esto. El hombre del cual ella estaba enamorada la dejó ir, alegando que él buscaba algo más, que él quería que hubiese también mucha pasión, no sólo ser los mejores amigos.
         Me identifiqué totalmente con ese momento porque, definitivamente, eso es lo que siempre he estado buscando en la vida, un hombre que sea mi amante, mi cómplice y mi mejor amigo. Entonces me detengo a pensar: ¿será que le estoy dando demasiada importancia a esto y por eso he perdido oportunidades maravillosas?
         Hace algunos días, sentada en la orilla de la playa con un amigo con el cual he estado saliendo, decidí comentarle lo que estaba pensando al respecto. Él sólo alegó que cuando se entra a la zona de amigos es muy difícil salir, y que aunque es cierto que lo ideal es que tu pareja sea también tu amig@, se corre el riesgo de quedarse solamente en esa área y que esa persona ya no te vea de una manera más pasional, más como potencial pareja.
         Yo estoy de acuerdo con él. Aun así, pienso que se debe tener cuidado de no establecerse sólo siendo amigos, si la verdad es que se quiere algo más. Creo que depende solamente de nosotros mismos, de las señales que nos envíen y, desde luego, de la claridad con la cual hablemos.
         No sé si estoy equivocada. No sé si por tanto esperar a alguien que me de la química que estoy buscando estoy cometiendo un error. Lo que sí tengo claro es que en mi vida quiero a alguien que pueda darme las mejores noches de sexo, pero también pueda sentarse a mi lado a escucharme y aconsejarme respecto a los problemas que todos pasamos en la vida. Alguien que me de un fuerte abrazo y me diga: estoy aquí, contigo.

viernes, 1 de junio de 2012


        Había estado tomando todo de la mejor manera. Decidí que si la vida me pone pruebas yo las superaría y que si se trataba de que me cerraran una puerta por segunda vez, ya no la tocaría nunca más.
         Pero hoy todo me ha llevado hasta un mismo punto. Uno que duele, que ya no está, que recuperé para nada.
         Había recibido el perdón que tanto tiempo deseé, pero no me sirvió de mucho, sólo cinco minutos de felicidad que se fueron tal cual una enorme ola que desaparece en la orilla, dejando sólo un poco de espuma.
         Y hoy… hoy, después de negarme a pensar en cómo me siento por lo que sucedió, vuelvo a recordar sus palabras. Y no, definitivamente no me gusta hacerlo.
         Todo sucedió por un escrito que vi que decía que si supiéramos que es el último día de nuestras vidas, debemos decir lo que sentimos y expresar lo que queremos.
         Entonces pienso que quisiera un día tomar el teléfono y sólo decirle que a pesar del muro que nos separa, lo quiero. Que lo que me hace sentir no tiene que ver con todas las discusiones tontas que hemos tenido y que si quiere verme cómo realmente soy, sólo debe permitírselo.
         Pero simplemente no puedo hacerlo. No por orgullo, sino por dignidad. Porque una cosa es superar la tontería de decir que debe ser él quien debe dar el primer paso y otra muy distinta es dar siempre el toque de inicio y recibir una mala respuesta… o ninguna.
         Es por eso que no quedan ganas ya de correr detrás de un tren que parece que no tuviera estación de llegada. Es por eso que prefiero tentar al destino escribiendo esto, con la esperanza de que algún día lo lea y decida regresar.
         Tal vez no estaré para siempre… pero siempre querré perdonar.