viernes, 28 de enero de 2011

Juntos en la distancia



El día comienza maravilloso con su mensaje diciendo que me desea lo mejor y que me ama.
Por supuesto, continúa de igual manera sólo por una razón: hablo con él.
Nos contamos cómo va el día, lo curioso que nos pareció ver algo en la calle, lo cálido o frío que está el clima, lo chistoso que fue imaginarlo caminar a mi lado o algo que siempre nos decimos: lo mucho que deseamos estar juntos.
Buen provecho para el almuerzo y continúa el día. Él cumple con sus obligaciones, y yo con las mías. Mientras no hablamos, pienso en él.
Y en cada situación puedo verlo. Si miro unos ojos imagino cómo serán los suyos. Si alguien me habla escucho su voz, y así se van escapando mis sonrisas.
Buen provecho para la cena y sigue la charla que no quisiera acabar. Cientos de “te amo” repetidos como queriendo grabarlos en su piel.
“Eres el amor de mi vida”, me dice y el corazón se me acelera.
Los planes surgen de manera natural y podemos proyectarnos en un futuro juntos, un futuro feliz, eterno, esperado y maravilloso.
Reímos, reímos, reímos.
Mensajes vienen y van.
Frases de canciones, cartas, libros, películas o cualquier cosa que compartamos ese día, es especial.
Buenas noches y nos vamos a dormir, sólo para soñar que estamos juntos, comiéndonos a besos.
Hasta que un ruido vuelve a despertarme.
Un “buenos días, mi vida” que me da energías para sonreír y seguir soñando, esta vez con los ojos abiertos.

¿Preguntar o no?


Muchas veces tenemos miedo de enfrentar las cosas y es simplemente por una razón: no queremos una mala respuesta o reacción.
Hace días comentaba con un amigo lo difícil que es hacer preguntas que sabes que serán respondidas con algo que no te gustará escuchar.
Sin embargo, la curiosidad siempre nos gana y terminamos soltando una interrogante que hubiese quedado mejor en el estante de nuestra mente.
Pero, ¿por qué sucede esto?  Es, como dicen, ¿la curiosidad mató al gato?
Cuando no tenemos nada que ocultar, o la otra persona tampoco lo tiene, ese tipo de situaciones no suelen suceder.
Aun así, a veces caemos en la pregunta sin esperar siquiera una respuesta que pueda incomodarnos.
Pero, si dudas acerca de determinada cosa y sabes que no oirás lo que quieres, es porque definitivamente, algo no está bien.
Hay quienes se arriesgan. Hay quienes se callan ese tipo de cosas.
¿Qué sería lo mejor?
Lo mejor es no arrepentirse.
Si caíste en esa situación, enfréntala.
Si no, considera muy bien si es necesario arruinar la confianza o estabilidad sólo por una simple curiosidad.
Es una decisión tuya, sólo tuya.
Por ahí dicen que es mejor enfrentar los miedos, pero yo opino que es mejor no crear controversia y llevar las cosas por la sombra.
A veces, por cosas como esas, se pierde mucho.
Así que si es relevante o no, eres tú quien lo sabe y eres tú quien decide qué hacer, después de todo.


martes, 25 de enero de 2011

Me encantas


Me encantas.
Me encantan tus ojos.
Me encantan tus letras.
Me encanta tu manera de ser.
Me encanta la manera que tienes de hacerme suspirar.
Me encanta tu fuerza ante la vida.
Me encanta tu voz.
Me encanta tu manera de amarme.
Me encanta cuando te robas mis sonrisas.
Me encanta cuando me despiertas con tus mensajes.
Me encanta ir a dormir pensando en ti.
Me encanta imaginarte.
Me encanta saber que sonríes pensándome.
Me encanta saberme tuya.
Me encanta saberte mío.
Me encanta tu forma de pensar.
Me encanta cuando estás ahí para oírme.
Me encanta estar a tu lado, así sea en mi mente.
Me encanta que seas tú y que me ames a mí.
Hoy somos palabras, mañana seremos besos.
Y aunque todo parece imaginación, tú en mi corazón eres real.
Te amo y me encanta amarte.

Lluvia


La lluvia.
Para muchos es simple agua contaminada cayendo del cielo.
Para otros, sinónimo de tristes desgracias y gente quedándose sin hogares.
Para mí, es igual a imaginación.
Es que podría amar observarla.
Hay varios tipos de lluvias.
Ya saben. Con brisas, calmadas, lluvia y sol, con tormentas eléctricas, fuertes, suaves, en fin.
Mis preferidas son aquellas sin brisas, calmadas, que puedas sentarte con tranquilidad a mirarla o puedas caminar bajo sus gotas.
Y es que, ¿cuántos sueños no llegarían a mi mente en ese momento?
Cada gota significaría una esperanza.
Cada una de ellas puede representar un motivo para continuar viviendo, o una razón para llorar y emularlas, cayendo por tus mejillas.
Llorar no es malo, te ayuda a desahogarte. Pero llorar con lluvia es como un milagro.
Hoy la extraño.
Sentir las gotas rodar por mis mejillas y por mis hombros es una sensación que no cambiaría por nada del mundo.
Y caminar bajo ella de la mano de mi amor… ¡ay el amor! No se acabarían los suspiros.
Lo cierto es que puede hacerte sentir de diferentes maneras, según tu ánimo, de acuerdo a tu percepción.
La lluvia es sinónimo de  imaginación.
¿Quién dice que no?
Siéntate una tarde a observarla por la ventana y dime si no imaginas los mejores momentos, recuerdas las caídas o puedes ignorar las ranas saltando en el pasto, alegres.
Es una terapia.
Una terapia llena de momentos que quedan por siempre en nuestras mentes.


lunes, 3 de enero de 2011


Toma mi mano.
Apriétala fuerte y no me sueltes nunca.
Camina a mi lado y descubramos el mundo.
Jamás te dejaré solo y si estás dispuesto, quiero llevarte a conocer el cielo.
Te Amo, D.