sábado, 27 de abril de 2013

Lluvia de recuerdos


          La época de lluvias me trae tantos recuerdos. Remembranzas lejanas. Muy lejanas. De mi adolescencia, pero marcadas fuertemente en mi piel. Momentos que con sólo oler la tierra mojada, regresan a mí.
         Estoy sentada en el balcón y veo las gotas caer. Mi mente vuela y de repente soy de nuevo una estudiante de bachillerato. Camino por el pueblo de regreso a casa, soñando despierta, queriendo futuro. Sintiendo la humedad en mi piel y adorando los días grises.
         Una sonrisa se pinta en mis labios. Ja. ¡Qué tiempos tan maravillosos! Mientras admiro la lluvia en los techos vecinos, llegan a mí canciones de mi pubertad. Los BackStreetBoys suenan como ayer y sus letras me trasladan a otros lugares, como si viajar en el tiempo fuera posible.
         La brisa baila frente a mí. La siento rozar mi piel, jugar con mis cabellos. Entonces recuerdo a Marco y su último beso aquella tarde lluviosa, cuando sus ojos tristes se despidieron de mí antes de regresar a España. ¡Qué inocente y enamorada era! El nuevo milenio estaba haciendo de las suyas para ese entonces.
         ¿Cómo puedo recordar tantas cosas del pasado y ser tan difícil acordarme de momentos actuales? La lluvia salpica mi cara y sonrío feliz. Es el año 2013 pero mi mente está atrapada, en momentos como este, en finales de los 90- inicios del 2000. ¡La mejor época!
         ¿Cómo no recordar cuando, mientras sonaba la lluvia en el techo, yo leía aquellas revistas españolas que conseguía en el viejo quiosco y soñaba con conocer a los artistas que ahí aparecían y vivir historias como las que en esas páginas relataban?
         La lluvia me devuelve a mi tiempo de adolescente. Cuando apenas descubría gustos, reacciones y soñaba con crecer. La lluvia me llena de recuerdos con tan sólo su olor. Los días grises me demuestran que todo lo que soñé por esos tiempos, hoy se va realizando y que, aunque adoro los días tristes, siempre tengo el poder de convertirlos en sonrisas.
         Porque sí, me sucede, que siempre me llueven los recuerdos.

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