sábado, 17 de julio de 2010

Serás sólo mío



Eran las once de la noche cuando Desireé recibió el mensaje de Eduardo. "Estoy excitado", le decía. Ella le siguió el juego como tantas veces lo había hecho desde hacía cuatro años, apróximadamente. Esta vez su mente planeó algo diferente, esta vez Eduardo aprendería a valorarla como algún día lo hizo.

Estos chicos tuvieron un noviazgo que duró pocos meses y donde nunca hubo sexo, para sorpresa de muchos. Fue la primera vez que ella se enamoró y él quedó deseándola endemoniadamente. Entablaron una amistad que al final se resumía en saludos y sexo telefónico, en discusiones y lágrimas saladas en las mejillas de Desireé. Ella lo deseaba casi tanto como lo amaba, él la trataba como un objeto más.

No había palabras cariñosas en sus conversaciones ni declaraciones de amor. Era sexo y punto. Eduardo, quien vivía en una ciudad a unas ocho horas de distancia del lugar de residencia de Desireé, decidió viajar y, por fin, acabar con ese deseo que lo estaba consumiendo. Una noche la llamó.

-Mañana voy para allá- le dijo.

-Ok, avisa cuando llegues- contestó ella y los ojos le brillaron con picardía, alegría y maldad a la vez.

Al día siguiente ella lo buscaría en el aereopuerto e irían directo al hotel. Desireé vistió más sexy que nunca. Tal vez pensó que podía reconquistarlo. Las cosas transcurrieron de la manera más normal. Hubo nervios, abrazos y sonrisas.

Se registraron en el hotel y en el ascensor él se lanzó a besarla, apretando sus glúteos. Ella lo miraba con malicia.

-Hoy dejarás de ser de otras mujeres, desde hoy serás sólo mío- le susurró ella.

Él sólo sonrió.

Todo pasó muy rápido. Cuando ella se dio cuenta estaba arrodillada frente a él, dándole el mejor sexo oral que podría recibir. Él estaba éxtasiado y la tomó por el cabello, tirándola a la cama, desesperado por penetrarla.

Ella lo amarró a la cama. Subió sus manos con rudeza y lo ató. Él sonreía, lleno de placer. Desireé tomó su bolso y le dijo que allí llevaba un juguete que lo haría perder la razón.

-¿Quieres ver cómo lo uso?- le preguntó.

Él asintió imaginando el gran vibrador que ella metería entres sus piernas, frente a él. Ella se acercó y le dio un suave beso en los labios y otro en la frente y regresó al otro extremo de la cama.

Abrió el bolso y sacó una pistola. Sí, un arma que le quitaría la vida. Lo miró y él empezó a gritar. Lo apuntó y sin pensarlo disparó directo a su cabeza.

-Te lo dije, desde hoy eres sólo mío, no serás de nadie más- exclamó Desireé tras una carcajada.

2 comentarios:

  1. Buena historia, un consejo, maneja de forma menos mas brusca el desenlace de la historia y la cerraras muy bien, ah contempla hacerle una segunda parte, crea cierta intriga el saber que sucede con desireé luego del asesinato. Buen blog ;)

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias =) Tomaré en cuenta tu consejo! Un besote =).

    ResponderEliminar